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jueves, 3 de septiembre de 2009

Discaso!!!!!!!!!1

Derek and the Dominos
[Layla and Other Assorted Love Songs]
Derek and the Dominos

1970. Polydor

¡¡Hay tanto que contar sobre este disco!! Si fuésemos rigurosos, podríamos hacerlo en dos o tres partes, como para no dejar cabos sueltos. Pero haré el intento por resumir lo mejor posible las ideas con respecto al álbum que es considerado una de las obras maestras de Eric Clapton, “Layla”. Partamos poniendo orden al asunto…

Después de Cream y Blind Faith, el ultra-drogo Clapton quería algo de más bajo perfil. Se unió a Delaney, Bonnie & Friends, haciendo buenas migas con los, por decirlo así, “friends”. Es decir, todos menos Delaney y Bonnie. Todos abandonaron al dúo y 3 de los 4 miembros, todos norteamericanos, se unieron posteriormente a Eric: Carl Radle en bajo, Jim Gordon en batería y Bobby Whitlock en teclado y piano. Historias más, historias menos, el cuarteto se llamó Derek and the Dominos, ocultando también de cierta forma la presencia del famosísimo ex-Cream en la banda.

Whitlock fue, en rigor, el primero en asociarse a Clapton, y entre ambos escribieron la que luego fue la columna vertebral de este disco. Antes de entrar al estudio, Slowhand conoció e invitó a tocar a otro de los máximos genios blancos de la guitarra de todos los tiempos (uno de los pocos que podía hacerle el peso en aquella época al inglés), Duane Allman. Automáticamente, solo con esa información, ya hay una razón para ponerle atención a este disco. Es para llegar a soñar…

Aprovecho la ocasión para desmentir eso de que Derek and the Dominos es un nombre que utilizó Clapton sólo para confundir a la audiencia. Ésta sí era una banda, no es en ningún caso un capítulo más en su aventura solista. Si bien él figura en los créditos de casi todos los tracks originales del álbum (8 de 9 originales), sólo en una de esas ocasiones firma él “y nadie más”. Dato relevante, pues si repasamos la carrera del brillante guitarrista, sus mejores momentos fueron siempre acompañado, y no en solitario.

La tripleta inicial, compuesta por ‘I Looked Away’, ‘Bell Bottom Blues’ (la única que es 100% propiedad de Clapton) y ‘Keep on Growing’ no están puestas así por casualidad. Son las únicas en que Duane Allman no puso su exquisita guitarra slide. La primera y tercera son extraordinariamente orejas, caer rendido a ambas no cuesta nada, así como a la alucinante guitarra del británico en la última. Las voces de Eric y Bobby se intercambian, dando un interesante aditivo a los temas. Pero ‘Bell Bottom Blues’ es probablemente una de las más potentes composiciones del guitar-hero, llena de dolor, sangre y lágrimas. Y un coro… ufff. Y la letra… el pobre Eric tenía el corazón roto, y lo evidencia a lo largo de todo el álbum. Esta es una de las mejores muestras de ello, de eso no hay dudas.

En lo que es una constante en el blues, esta placa rescata un par de clásicos de tiempos pretéritos y los revisita con un particular estilo. Vamos a juntarlos a todos aquí, olvidando el orden del track-list. ‘Nobody Knows You When You’re Down and Out’ es el primero de ellos, un blues de esos bien sufridos, con una interpretación de aquellas. ‘Key to the Highway’ es de seguro la que se llevará todas las miradas, porque dura casi 10 minutos; porque empieza bluseando con un fade-in (¡!), dándote la sensación de que es un tema lleva sonando siglos, y que nosotros gozamos sólo de su último tramo; por la inmortales guitarras que aquí aportan Clapton y Allman; porque la grabación de la voz de Eric hace que este suene como si te estuviera cantando en vivo, ahí frente a tus ojos, crudísimo; o porque simplemente uno puede cerrar los ojos y volverse loco con la sensacional obra de arte que tenemos en nuestros oídos, seas o no amante del blues... eso es lo más maravilloso de todo. Su registro fue espontáneo, y aquello se nota, por suerte. ‘Have You Ever Loved a Woman’ podría ser un caso muy similar, con casi los mismos argumentos (menos, tal vez, la espontaneidad), pero ahí el criterio de cada uno tendrá que hacer su trabajo. Frente a estas 3, ‘It’s Too Late’ suena casi a un compromiso. Aunque en ningún caso desentona, no se vaya a pensar eso.

‘I Am Yours’ tiene un airecillo folk, bien sureño gracias a la slide de Duane, y con una percusión que le pone el toque especial a una maravillosa porción de intimidad. Para quienes busquen ejemplos para entender aquello de que Slowhand funciona mejor acompañado que solo, ‘Anyday’ es una buena muestra, tanto en las voces como en el protagonismo de la guitarra. Pocas veces sonó tan colorido y a la vez natural. O mejor aún, den el salto a ‘Tell the Truth’, tal vez la mejor colaboración de Clapton con Whitlock. Ritmo, onda, intensidad, virtuosismo, gancho… Qué más pedirle? Tema redondo.

‘Why Does Love Have to Be so Sad?’ no tiene nada de triste, y recuerda mucho a lo que hizo Clapton con el tema de JJ Cale ‘After Midnight’ (acompañado por estos mismos músicos) a principios de 1970. Además, brillante su trabajo en la guitarra, porque suena por todos lados, y es un buen ejemplo de que Eric no se hizo problema en grabar riffs, solos y armonías las veces que el tema se lo pidiera. Demoledora composición, te va a volar los sesos.

Para el final, más joyas. La versión de ‘Little Wing’ de Hendrix, que cuando el disco salió, Jimi ya había muerto y sirvió de homenaje, pero convengamos que al momento de grabar, él todavía estaba vivo. El riff de entrada que le pusieron es más grande que el universo mismo, y pone los pelos de punta. Aquí es donde hago oídos sordos, y sigo creyendo ciegamente que es la mejor versión que le han hecho a ‘Little Wing’, y unos de los mejores tributos a Jimi, sino también el número uno.

De ‘Layla’, podríamos hablar 2 horas. Sí, la famosa historia del amor prohibido de Eric por la esposa de su amigo George Harrison, Patti Boyd. Famosa en los setentas, famosa en los noventas gracias a su versión “Unplugged”, un himno de la historia del rock. Puede que la desenchufada y renovada del noventa y tanto pueda ser más entradora, pero el significado original de este clásico sólo se puede sentir con la ‘Layla’ de 1970. La voz de Clapton deja ver su desesperación, el riff jamás te haría pensar en la historia de amor que hay tras la canción, el coro es como un grito humedecido por las lágrimas, y el aporte de Duane tal vez sea el más acertado que hizo en términos de lo que la canción le pedía en el terreno emocional. Y la segunda parte, con el piano aportado por Gordon, es simplemente el pañuelo y las palmadas en la espalda para olvidar el explosivo llanto del adolorido Eric. Hay que ponerse de pie, como dice Carcuro. Épico. Genial.

‘Thorn Tree in the Garden’ es el buenísimo aporte de Whitlock para el final, que parece acompañar el sufrimiento de su compañero, que cubre casi todo el LP, y no está ausente ni siquiera en la última nota del mismo. Y la gracia de todo el disco está ahí, en que la “conceptualidad” viene del corazón de Clapton, y pese a que el virtuosismo y brillo de los dos guitarristas participantes aquí pueda opacar la idea original, finalmente triunfa el desamor (oh, que pena).

Un disco inmortal, que tiene bien ganado su espacio entre los mejores momentos de la historia del rock. Eric Clapton en uno de sus mejores momentos. Duane Allman, fenomenal en segunda línea. Para los que tienen el corazón roto, aquí hay una buena ayuda para sentirse peor… Y para los que disfrutan con una buena guitarra, acá tienen dos de las mejores, y van a llegar a llorar con lo que “Layla and Other Assorted Love Song” tiene para ofrecerles. Dioses en el triste Olimpo de los corazones rotos.

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